TAQUICARDIA VENTRICULAR NO SOSTENIDA (TVNS) EN LA INSUFICIENCIA CARDIACA.
En pacientes con insuficiencia cardiaca, de cualquier etiología, y fracción de eyección ventricular izquierda (FEVI) <30-40%, la prevalencia de TVNS es del 30% al 80%.
En pacientes con miocardiopatía dilatada se detecta en un 40%-50% de pacientes. En un 10% de casos con miocardiopatía dilatada la TVNS o TVS se debe a una reentrada de rama. Estas taquicardias suelen ser inestables, y el ECG de 12 derivaciones puede mostrar un patrón de BRIHH o BRDHH.
Los estudios disponibles no ofrecen información convincente acerca del valor pronóstico de la TVNS en el paciente con deterioro de la función ventricular. Cuanto menor es la FEVI, sobre todo por debajo del 30%, el hallazgo de TVNS tiene mayor capacidad de predecir eventos arrítmicos graves. La aparición de contracciones ventriculares prematuras frecuentes en la recuperación tras el esfuerzo es sugestivo de mal pronóstico en este grupo de pacientes.
Valoración clínica y tratamiento
La herramienta más útil en la estratificación de riesgo de estos pacientes continúa siendo la FE VI. Las recomendaciones de implante de desfibrilador (DAI) se basan en la FEVI y el grado de repercusión clínica de la insuficiencia cardiaca.
En el paciente isquémico se recomienda el implante en presencia de TVNS cuando la FEVI es del 30%-40%.
En el paciente no isquémico con miocardiopatía dilatada el implante de un dispositivo, incluso en presencia de TVNS es controvertido. La inducibilidad de arritmias ventriculares en el estudio electrofisiológico (EEF), especialmente TV polimorfa y fibrilación ventricular pueden ser útiles en la estratificación y selección de pacientes subsidiarios de implante.
La amiodarona se ha asociado a una reducción de la mortalidad en algunos estudios. En el caso de la dronedarona, un antiarrítmico novedoso de características similares a la amiodarona pero que no contiene iodo, Kober y cols (NEJM 2008) demostraron en un estudio multicéntrico un aumento de la mortalidad asociado al empeoramiento de la insuficiencia cardiaca.
El desfibrillador implantable ha demostrado reducir la mortalidad en pacientes con disfunción ventricular e insuficiencia cardiaca sintomática en diversos estudios por lo que se trata de una indicación clase I nivel A en las guías de práctica clínica publicadas por la Sociedad Europea de Cardiología en 2012. Debiendo considerarse su implante pasados los primeros 40 días postinfarto. Sin embargo en el contexto de la miocardiopatía dilatada de origen no isquémico el implante es más controvertido al no haber logrado demostrarse la reducción de la mortalidad total (frente a la de causa arrítmica) manteniendo una indicación clase I nivel B en las mismas guías.
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